lunes, 26 de enero de 2009

EL CAMINANTE

Un caminante, su caballo y su perro iban por una carretera cuando al pasar cerca de un enorme árbol, cae un rayo y los 3 mueren fulminados. Pero el hombre no se da cuenta de que habían abandonado este mundo y prosigue su camino junto a sus animales.

La carretera era muy larga y cuesta arriba, el sol era muy intenso y ellos estaban muy sofocados y sedientos.

En una curva del camino vieron un magnífico portal de marmol que conducía a una preciosa plaza pavimentada con adoquines de oro. El caminante y sus animales se dirigieron a la entrada, allí había un guardián con el que el caminante entabló la siguiente conversación:
- Buenos días
- Buenos días -respondió el guardián-
- ¿Cómo se llama este lugar tan bonito? -preguntó el caminante-
- Esto es el Cielo -respondió el guardián-
- Que bien que hayamos llegado al Cielo porque estamos verdaderamente sofocados y sedientos -dijo el caminante-
- Usted puede entrar y beber tanta agua como quiera -dijo el guardián, señalando la fuente-
- Pero mi caballo y mi perro también tiene sed -dijo el caminante-
- Lo siento mucho señor, pero aquí no se permite la entrada a los animales -dijo el guardián-

El caminante se volvió con gran disgusto, puesto que tenía muchísima sed, pero no pensaba beber solo, dio las gracias al guardián y prosiguió su camino.

Después de caminar un buen rato, siempre cuesta arriba, ya exhaustos los tres, llegaron a otro sitio cuya entrada estaba marcada por una puerta vieja que daba a un camino de tierra bordeado de árboles. A la sombra de uno de los árboles había un hombre echado con la cabeza cubierta por un sombrero, posiblemente dormía.
- Buenos días -dijo el caminante-, a lo que el hombre respondió con un gesto de la cabeza
- Tenemos mucha sed mi caballo, mi perro y yo -dijo el caminante-
- Hay una fuente entre aquellas rocas -dijo el hombre señalando el lugar- podéis beber toda el agua que queráis.

El caminante, el caballo y el perro fueron a la fuente, calmaron su sed, se refrescaron y descansaron un rato, luego el caminante volvió hacia el hombre para agradecer su amabilidad y éste dijo:
- Podéis volver siempre que queráis
- Muchas gracias, a propósito ¿cómo se llama este lugar? -preguntó el caminante-
- Cielo -dijo el hombre
- ¿Cielo?, pero si el guardián del portal de marmol me dijo que aquello era el cielo!! -dijo sorprendido el caminante-
- Aquello no era el cielo señor, aquello era el infierno -respondió el hombre-

El caminante quedó perplejo y dijo:
- Deberíais prohibir que utilicen vuestro nombre, porque esta información falsa provocará grandes confusiones!
- De ninguna manera señor -dijo el hombre-, en realidad nos hacen un gran favor porque allí se quedan todos los que son capaces de abandonar a sus mejores amigos.

Nota.- Este relato me permite recordar un precioso pensamiento de PAULO COELHO:

Jamás abandones a tus verdaderos amigos aunque esto te produzca inconvenientes personales.

Si ellos han estado dándote su amor y compañía, has contraido una deuda: No abandonarles NUNCA.

Porque... hacer un amigo es una GRACIA, tener un amigo es un DON, conservar un amigo es una VIRTUD... Ser tu amigo... ES UN HONOR.

NOTA: DEDICADO A MIS AMISTADES

No hay comentarios:

Publicar un comentario