miércoles, 28 de enero de 2009

EL ÁRBOL CONFUNDIDO

Había una vez en algún lugar que podría ser cualquier lugar, y en un tiempo que podría ser cualquier tiempo, un hermoso jardín con manzanos, naranjos, perales y bellísimos rosales, todos ellos felices y satisfechos.

Todo era alegría en el jardín.


Bueno todo no. Porque como todo en la vida hay una excepción. En aquél jardín todos eran dichosos a excepción de un árbol que se encontraba profundamente triste.

El motivo era simple: El pobre tenía un problema: ¡No sabía quién era!

La razón de ello era que lo que le faltaba era concentración, le decía el manzano:


- "Si realmente lo intentas, podrás tener sabrosísimas manzanas. ¡Mírame a mí y observa que fácil es!"

- "No lo escuches", exigía el rosal: "Es más sencillo tener rosas. Mírame y ve que bellas son!"

Y el árbol desesperado, intentaba todo lo que le sugerían, y como no lograba ser como los demás, se sentía cada vez más frustrado.

Un día llegó hasta el jardín el búho, la más sabia de las aves, y al ver la desesperación del árbol, exclamó:

- No te preocupes, tu problema no es tan grave, es el mismo de muchísimos seres sobre la Tierra. Yo te daré la solución... No dediques tu vida a ser como los demás quieran que seas. Sé tú mismo, conócete... y para lograrlo, escucha tu voz interior.-

Dicho esto, el búho desapareció.

"¿Mi voz interior?... ¿Ser yo mismo?... ¿Conocerme?..." Se preguntaba el árbol desesperado, cuando de pronto, comprendió.

Y cerrando los ojos y los oídos, abrió el corazón, y por fin pudo escuchar su voz interior diciéndole: "Tú jamás darás manzanas porque no eres un manzano, ni florecerás cada primavera porque no eres un rosal.

Eres un roble, y tu destino es crecer grande y majestuoso. Dar cobijo a las aves, sombra a los viajeros, belleza al paisaje... Tienes una misión: ¡Cúmplela!"

Y el árbol se sintió fuerte y seguro de si mismo y se dispuso a ser todo aquello para lo cual estaba destinado. Así, pronto llenó su espacio y fue admirado y respetado por todos. Y sólo entonces el jardín fue completamente feliz.

Yo me pregunto entonces... ¿Cuántos serán robles que no se permiten a si mismos crecer?... ¿Cuántos serán rosales que por miedo al reto, sólo dan espinas?... ¿Cuántos, naranjos hay que no saben florecer?... ¿Y que harán si no se descubren a sí mismos?

En la vida, todos tenemos un destino que cumplir y un espacio que llenar. No permitamos que nada ni nadie nos impida conocer y compartir la maravillosa esencia de nuestro ser. Permítete tiempo para reflexionar...y para dudar, si eso te permite luego tomar la decisión correcta.


¡NUNCA LO OLVIDES!