jueves, 15 de enero de 2009

LEYENDA DE LOS SENTIMIENTOS

Cuenta la leyenda que una vez se reunieron en un lugar de la Tierra todos los sentimientos y cualidades de los hombres.

Cuando el Aburrimiento había bostezado por tercera vez, la Locura, como siempre tan loca, les propuso:

-¿Jugamos al escondite?

La Intriga levantó la cara intrigada, y la Curiosidad sin poder contenerse preguntó: - ¿Al escondite? ¿Y qué es eso?

-Es un juego- explicó la Locura -en el que yo me tapo la cara y comienzo a contar desde uno hasta un millón mientras ustedes se esconden y, cuando yo haya terminado de contar, el primero de ustedes al que encuentre, ocupará mi lugar para continuar el juego. El Entusiasmo se halló secundado por la Euforia. La Alegría dio tantos saltos que terminó por convencer a la Duda, e incluso a la Apatía a la que nunca le interesaba nada. Pero no todos quisieron participar.

La Verdad prefirió no esconderse. ¿Para qué? Si al final siempre le fallaban. La Soberbia opinó que era un juego muy tonto (en el fondo, lo que la molestaba era que la idea no había sido suya), y la Cobardía prefirió no arriesgarse...

Uno, dos, tres... comenzó a contar la Locura.

La primera en esconderse fue la Pereza, que, como siempre, se dejó caer tras la primera piedra del camino. La Fe subió al cielo, y la Envidia se escondió tras la sombra del Triunfo, que con su propio esfuerzo había logrado subir a la copa del árbol más alto. La Generosidad casi no alcanzaba a esconderse; cada sitio que hallaba le parecía maravilloso para alguno de sus amigos: ¿que si un lago cristalino? ¡Ay, ideal para la Belleza!; ¿que si la rendija de un árbol? ¡Perfecto para la Timidez!; ¿que si el vuelo de una mariposa? ¡Lo mejor para la Voluptuosidad!; ¿que si una ráfaga de viento? ¡Magnífico para la Libertad! Así que terminó por ocultarse en un rayito de sol;

El Egoísmo, en cambio, encontró un sitio muy bueno desde el principio, ventilado, cómodo... eso sí, sólo para él.

La Mentira se escondió en el fondo de los océanos (¡mentira, en realidad se escondió detrás del arco iris!), y la Pasión y el Deseo en el centro de los volcanes, el Olvido... ¡se me olvidó dónde se escondió!... pero no es lo más importante.

Cuando la Locura contaba 999.999; el Amor aún no había encontrado sitio para esconderse, pues todo se encontraba ocupado, hasta que divisó un rosal y, enternecido, decidió esconderse entre sus flores. -¡Un millón!- contó la Locura y comenzó a buscar.


La primera en aparecer fue la Pereza, sólo a tres pasos de la piedra. Después escuchó a la Fe discutiendo con Dios en el cielo sobre zoología, y a la Pasión y al Deseo los sintió en el vibrar de los volcanes.

En un descuido encontró a la Envidia, y claro, pudo deducir dónde estaba el Triunfo. Al Egoísmo no tuvo ni que buscarlo; él solito salió desesperado de su escondite que había resultado ser un nido de avispas.
De tanto caminar sintió sed y al acercarse al lago descubrió a la Belleza. Y con la Duda resulto más fácil todavía, pues la encontró sentada sobre una cerca sin decidir aún en qué lado esconderse.

Así fue encontrando a todos: el Talento entre la hierba fresca, la Angustia en una oscura cueva, la Mentira detrás del arco-iris... (¡mentira, si ella estaba en el fondo del océano!), y hasta el Olvido, al que ya se le había olvidado que estaba jugando al escondite.

Pero solo el Amor no aparecía por ningún sitio.

La Locura buscó detrás de cada árbol, bajo cada arroyuelo del planeta, en la cima de las montañas, y cuando estaba apunto de darse por vencida, divisó un rosal y las rosas... Y tomó una horquilla y comenzó a mover las ramas, cuando de pronto un doloroso grito se escuchó. Las espinas habían herido en los ojos al Amor. La Locura no sabía qué hacer para disculparse; lloró, rogó, imploró, pidió perdón, y hasta prometió ser su lazarillo.

Desde entonces, desde que por primera vez se jugó al escondite en la Tierra:

EL AMOR ES CIEGO Y LA LOCURA SIEMPRE, SIEMPRE, LE ACOMPAÑA.


“¿DÓNDE ESTÁ LA FELICIDAD?”

En cierta ocasión, se reunieron todos los dioses y diosas para decidir la creación del hombre y de la mujer; planearon hacerlos a su imagen y semejanza. Entonces uno de ellos dijo:

“Esperen, si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra, debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de no ser así, estaremos creando nuevos dioses. Debemos quitarles algo, ¿pero qué les quitamos?”


Después de mucho pensar, uno de ellos dijo: “Ya sé, vamos a quitarles la felicidad, pero el problema va a ser dónde esconderla para que no la encuentren jamás”.

Propuso el primero: “Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo”. A lo que inmediatamente repuso otro: “No, recuerda que les dimos fuerza; alguna vez alguien puede subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán donde está”.

Luego propuso otro: “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar”. Y otro contestó: “No, recuerda que les dimos inteligencia; alguna vez alguien va construir una esquina por la que pueda entrar y bajar y entonces la encontrará”.

Uno más dijo: “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”. Y le dijeron: “No, recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va construir una nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad y serán iguales a nosotros”.

El último de ellos, era un dios que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas de los demás dioses, analizó en silencio cada una de ellas y entonces rompió el silencio y dijo: “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”.


Todos se giraron asombrados y preguntaron al unísono: “¿Dónde?”. “La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán”. Todos estuvieron de acuerdo.

Desde entonces ha sido así: El hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin saber que la trae consigo

Saquemos el mejor provecho a la vida... y…

¡¡¡SEAMOS FELICES!!!!